domingo, 29 de marzo de 2009

POesia suBnorMAL

Llueve. Es casi lógico. Una argucia de puesta en escena de nuestro todopoderoso. Un intento barato de dramatizar el sinsentido. La gente se entristece y se apelotona en las entradas de los restaurantes, los bares y las discotecas. La mayoría espera desesperadamente encontrar un poco de diversión en el reflejo de su nariz en el fondo de un cubata o de una ralla de cocaína en los retretes de la noche. Bla bla bla bla. Sonrisas de pavo real que esconde la cabeza igual que un avestruz. Plumas, lentejuelas y un día es un día. "Hoy es mi noche" dice todo el mundo y nos agarramos al billete que hay en nuestro bolsillo.
La poesía de tres pesetas es la única que sirve para explicar la épica de la desolación. Gente sola que se junta para restregarse los cuerpos en busca de una gotita de placer compartido. Cuarta temporada de una serie sin final. ¿Quién engaño a Laura Palmer? ¿Quién mató a Roger Rabbit?
Los ambientadores de discoteca, la música ensordecedora y la luz "gyroscopica" disimula las arrugas. Los que tienen hijos disimulan sus estrías y los que no los tienen disimulan su destino. Construyamos familias que nos recuerden constantemente que estamos solos flotando en el universo. Construyamos clanes, amigos y mafias varias. Recordémonos constantemente que todo tiene un precio y que tu o tu o tu no puedes entrar si no estás en la lista.
¿Y tu?
Maldito "chococrispi" de chocolate. Sigue disimulando... como si el amor supremo no hubiera llamado a tu puerta.

Ya lo sé. No se entiende nada. Pero en la biblia pasa lo mismo.

La poesía subnormal es la única que no se corrige las faltas. Se despega de la literatura y de la vida con la facilidad de un erupto. Se restrega contra la vida. Jadea. Bosteza y se ríe de todo lo que no entiende. Pero siente la tristeza en el fondo de su alma y se acurruca y solloza como un niño que ha perdido un juguete.

Todos tenemos a alguien por quién daríamos nuestro esqueleto.

domingo, 15 de marzo de 2009

creepy love (minirelato V)


Todo empezó de golpe, sin avisar, justo después de que ella se fuera. Las primeras noticias que emitió la televisión eran tan alarmistas que uno pensaba que formaban parte de alguna película o de algún estúpido show televisivo.
Los zombies habían tomado la ciudad. Las calles estaban llenas de monstruos semi-vivos que se lanzaban encima de cualquier inocente en busca de su comida favorita: carne humana.
Hace dos meses y tres días que permanezco encerrado en mi casa sin ningún contacto con ningún ser humano. Los teléfonos no funcionan, la luz tampoco (eso incluye televisión, estufas, nevera....). Cuando los muertos empezaron a salir de sus tumbas atranqué las puertas y ventanas con la madera de unas estanterías para que los malditos zombies caníbales no pudieran entrar. Cada noche los cadáveres vivientes se dejan las uñas, olisquen las rendijas muertos de hambre, golpean con sus cabezas las paredes, las ventanas e intentan introducirse en mi casa y acabar conmigo.
Durante casi todo el tiempo me escondo debajo de la cama, aferrado a un cuchillo de cortar carne (mi única arma) mientras anhelo el mundo tal y como era antes: Llamadas al móvil, desayunos con prisa, trabajo hasta las tantas, transporte público abarrotado, cena y vino en alguna tasca... y la vida cotidiana con mi novia. Mi novia... ¿Cuántas veces mi vida me había parecido algo inútil…? ¿Cuántas veces había despreciado lo que tenía? ¿Y ahora….?

Aún puedo recordar la discusión, cuando la eché de casa. Fue una discusión absurda. Nos gritamos como locos. Su presencia me asfixiaba, necesitaba pensar. No la escuché y le dije que no quería verla nunca más. La vi alejarse como una muñeca rota por el espiral de las escaleras. Cerré la puerta y me alegré de encontrarme solo. Encendí la televisión y…. empezó todo. ¡Con qué estúpida lección macabra me castiga la vida! ¿Qué habrá sido de mi amor? Me comporté como un idiota y ahora mi destino consiste en pagarlo con mi soledad, mi culpabilidad y el miedo a ser devorado por los muertos.

Hace tres días que la comida se ha terminado. Por eso tomo la difícil decisión de salir al exterior a buscar provisiones y, por qué no decirlo, encontrar a mi chica.
Saco las maderas que obstaculizan la entrada y bajo a la calle. Está desierta. Nadie acecha. No se si localizar una tienda de comida o quizás dirigirme directamente a casa de ella. De repente una horda de zombies hambrientos empieza a perseguirme. Vuelvo a casa y me encierro dentro. Pero algunos muertos ya se han colado en mi edificio y me atacan sin piedad. Aunque propino algunos cuchillazos, enseguida me doy cuenta que es imposible matar a un muerto. El terror me paraliza y los zombies empiezan a devorarme como si les fuera la vida en ello. Me arrancan la piel a tiras y muerden mis venas para chupar mi sangre. Antes de cerrar los ojos y dejarme llevar por la oscuridad. Reconozco entre aquellas bestias la cara de mi amor. La chica que había despechado, se ha convertido en un zombie y ahora arranca a mordiscos mi cuerpo. Me abrazo a ella con todas mis fuerzas. Ella hunde sus mandíbulas en mi garganta. Es genial. Ahora lo comprendo. Estoy muerto desde que se fué y ahora ella es la única que puede devolverme a la vida. Volvemos a estar juntos. Y ahora es para siempre.

sábado, 14 de marzo de 2009

aviso a la población




!Peligro!
Empezarón con "la chispa de la vida" y "sensación de vivir" pero ahora Coca-cola está intentado que substituyamos la palabra felicidad por la palabra Coca-cola.
Fijarós en sus ultimos slogans:
"Coca-cola la fábrica de felicidad" fue el anterior.
Y ahora: "Destapa la felicidad" (Sí. El puto anuncio del abuelo y el niño!).
De echo Coca-cola ha presentado un informe (con Eduard Punset, el de redes) sobre la felicidad en España.
Lo dicho.... Cuidado o pronto diremos cosas como: "Fué el día más Coca-cola de mi vida." o "El dinero no da la Coca-cola." o "La Coca-cola está en las cosas pequeñas."

el arte de vender/sonreír



Transcribo textualmente, la hoja fotocopiada que le han dado a una amiga mía que ha entrado a trabajar en una tienda Habitat. Su sueldo es de cinco euros la hora.

Cuadro A.C.T.I.V.E.

Acogida al cliente:
Sonrío.
Doy los buenos días.
Me dirijo hacía el cliente.
Me levanto si estoy sentado.
Si estoy al teléfono invito al cliente a que espere.
"Clave de contacto": Me acerco verbalmente al cliente mediante una pregunta abierta, o mediante una frase personal invintándole a seguir con la conversación, o mediante una frase personal invitándole a seguir con la conversación.
Si despues del contacto, el cliente me da a entender que no me necesita, me quedo cerca de él.

Comprender y escuchar sus necesidades
Le hago preguntas abiertas (material, uso, medidas....)
Escucho al cliente.
Vuelvo a repetir sus necesidades "si he comprendido bien, lo que queréis es..."
Dejo hablar el cliente.

Gestiono su solicitud y sus preguntas
Llevo al cliente delante del producto
Muestro el producto y hago que lo pruebe
Trato poco a poco, las objeciones utilizando el "B".

Iniciar la venta
"Entonces este producto es el que más le conviene"
"El interés de este producto es....."
Cobro los productos o los meto en la cesta.

Vender más.
Propongo un producto complementario.
Propogongo los servicios de Habitat.
Ofrezco el catálogo.

Evaluar la satisfacción del cliente.
Le acompaño a caja, le cobro o le paso a otro compañero.
"si tiene alguna pregunta, no dude en llamarme..."
Doy gracias al cliente.
Me despido llamándolo por su nombre.

Diario de un despistado

¿Eh?

lunes, 9 de marzo de 2009

bajón

Algunas veces la tristeza, larga y negra, me sube por la solapa de la camisa. Y entonces me enrollo en lo profundo de un negruzco espiral.
En el abismo, lo veo todo claro... nítido.... como si el poder de mi don fuera el de reconocer la tristeza y el dolor.

Luego, me levanto y disimulo. Camino por la Calle Normalidad aferrado a mi monstruo más profundo para no perder el equilibrio y sonrío para que no se diga que no estoy haciendo todo lo posible.

Puede que la inmortalidad exista sólo cuando abrazo tus huesos contra mi esqueleto. Puede que la muerte tropiece y se fracture la calavera al verte reír. Puede que en el fondo todo sea menos triste de lo que parece y podamos encender las bombillas de colores y bailar y reír y follar sin parar.

miércoles, 4 de marzo de 2009

cita a ciegas (minirelato IV)

¡Estaba tan nervioso! Había llegado diez minutos antes para ocupar el mejor sitio de la coctelería. Se pidió una cerveza para que el calor del alcohol se aposentara en su estomago y le diera fuerzas. Nunca había quedado con nadie que hubiera conocido en Internet. De hecho no conseguía recordar ninguna cita en su vida. Las cosas del amor se le habían escapado. Era tímido, poco agraciado y no tenía la confianza que se necesita para seducir a alguien. Pero con ella era distinto. Ella le daba confianza. Recordó las largas charlas por messenger. Se lo habían contado todo. Habían conectado y se sentían cercanos el uno al otro. Aunque, eso sí, nunca se habían visto físicamente. Se miró al espejo. Veía su cuerpo enorme, orondo, grueso. No era un tipo atractivo, ni mucho menos guapo y encima estaba gordo. El espejo no mentía: su piel era dura y llena de arrugas. Sus pequeños ojos le parecían ínfimos comparados con su enorme cara y todo el conjunto tenía un aspecto mas bien ridículo aunque siendo benevolente (y ahora tenía que serlo) podía llegar a parecer simpático. Se imaginó que ella era horrible. Luego se imagino que ella era bellisima y ambas cosas le asustaron. "La belleza exterior no importa" le había tecleado la noche anterior, pero ahora no estaba seguro de que aquello fuera verdad del todo. ¿Cómo sería ella? Después de casi un año la curiosidad había vencido al miedo. ¿Pero por qué no le había pedido una foto? No era elegante. Esas cosas se piden el primer día. Además en el momento que él se la hubiera pedido él también tendría que haberle enseñado una y él era gordo y feo…. Volvió a beber. La amargura de la cerveza substituyó la suya y le devolvió la confianza. Se acomodó en la silla que se le antojaba muy pequeña, luego carraspeó y con una servilleta de papel se secó el sudor frio de la cara. Tiró el papelito y lo encestó en una lejana papelera. Eso le devolvió el optimismo. En el fondo se gustaban y estaban hechos el uno para el otro. Nada podía fallar. En un minuto entraría la chica de su vida, le miraría a la cara y la besaría profundamente. Se habría acabado la soledad y la tristeza. Pronto podría pasear de la mano de su novia. Se casarían, comprarían un piso y tendrían hijos. Bueno, esperarían un año. Así podrían disfrutar de la vida antes del sacrificio de los hijos. Sería un hogar delicioso. Lleno de amor y afecto. Sí. Aquello iba a funcionar. Sí. Sí quiero. Sí a todo.Le encantaban las cosas que ella le decía; le ayudaban desde hacía un año a enfrentarse a la vida. Le daban ánimos. Ella era su mentora, su confindente, su cariño e incluso su amante cibersexual. Sí. Aquello saldría bien. Viajarían a París, a Nueva York, a miles de sitio. A él no le gustaba viajar pero lo haría por ella. Por ella haría cualquier cosa. Sí. Estaba enamorado de una chica que no había visto nunca y que no le había visto nunca a él... pero daba igual. La quería. "El amor está en el interior" y ella sabía ver su interior. Le pidió otra cerveza al camarero con un gesto. Pero antes de que pudiera traerla, la puerta de la coctelería se abrió... ¡Dios! No podía ser. Era ella. Llevaba una flor en el pelo y él tenía un periódico en la mesa como habían acordado. Sintió una irrefrenable tentación de esconderlo pero ella ya lo había visto. Se acercó a él, se miraron... Aquello no podría funcionar. Ella era... ¡una cabra! Sí. Una cabra montañesa. Se quedó frente a él y le miró con sus ojos lechosos. No sabía que decir. Ella parecía también muy sorprendida. ¡Una cabra! Aquello era demasiado. ¿Cómo podía estar enamorado de una cabra? ¿Cómo iba a tener hijos con ella? ¿Cómo lo harían en la cama? ¿Cómo viajarían? ¿Cómo serían sus suegros? La consternación se apropió del momento hasta que la cabra le dijo con voz gangosa: - Hola-
Sus piernas le gritaban: - ¡Corre, huye!- pero su corazón se acordaba de los buenos momentos que habían pasado juntos. Ella se dió cuenta de todo y le dijo:- No esperabas que fuera una cabra, verdad?- Él asintió tímidamente con la cabeza. Ella se entristeció y escondió la mirada. Ahora parecía más un borrego que una cabra. A él le pareció injusto, pero le dijo: - No me dijiste nada....- y ella le contestó:- Tenía miedo de que me rechazaras. - El silencio se apoderó de la situación. Entonces él le dijo:- ¿Por qué no tomamos una copa?- Ella le miró algo asustada, midiendo cada una de las expresiones de su "pareja". Entonces él, conmovido, le dió un beso en la mejilla y le sonrió con su enorme boca. Luego le dijo: - ¿Qué importa que seas una cabra...? Porque a mi no me importa. - Ella le devolvió la sonrisa. Entonces él se lanzó: -¿A ti no te importa que yo sea un hipopótamo, verdad?-