viernes, 28 de mayo de 2010

Manifestación.


Por una coprofagia digna.

miércoles, 19 de mayo de 2010

BMW

El sueño es muy real. Estoy en un prado verde, de proporciones gigantescas, vestido de traje de faralaes. En mi mano derecha llevo un cubo de Rubik y en la izquierda, Pipo, el osito de peluche que dormía conmigo en mi infancia, el muy maldito, insiste en roerme los dedos hasta los huesos. A lo lejos, casi cegado por el sol, entre la hierba mecida por el viento, vislumbro la elegante silueta de una misteriosa chica. Me acerco corriendo con grandes dificultades, las botas de buzo que llevo puestas no facilitan nada la carrera, y angustiado la pierdo de vista. Al poco, oigo su risa en otra dirección, la veo a lo lejos, corro tras ella como un poseso arrastrando el plomo con todas mis fuerzas y cuando estoy a punto de darle alcance, vuelve a desaparecer. Ahora estoy en una playa salvaje. Las olas rompen violentadas contra la orilla. Un grupo de cobayas arlequines surfean de maravilla, mientras el Inspector Gadget les hace fotos. Otra vez, advierto a lo lejos la figura danzante de la chica. Su ropa ondea al viento, dibujando volutas barrocas. Me acerco por la espalda y ella se gira. Es la chica de mis sueños. Su cara es una combinación letal de mujeres adorables. En ella reconozco la cara de mi propio ser femenino, a mi madre y a mis amantes junto con las caras de todas las mujeres que he deseado. Todo equilibrado en un rostro imposible de recordar. Aunque por un momento creo verla idéntica a Raffaella Carrà. ¡Joder con mi subconsciente! Pipo, el osito de mi infancia, me muerde con todas sus fuerzas, así que lo lanzo al suelo y le piso la cabeza hasta que su relleno de goma espuma y macarrones de menú escolar se esparcen por el suelo. La chica de mis sueños coge mi cubo de Rubik, le da tres vueltas y me lo devuelve. Ahora el cubo es todo de color rosa-fucsia-flúor. Un color que nunca había visto antes. Mientras me conmuevo hasta el llanto con su demostración, ella me coge de la mano y me arrastra disparado por un bosque de lencería hasta un espiral de lenguas y lentejuelas doradas. Finalmente llegamos a una carretera donde se encuentra un coche aparcado. Un coche precioso. Entramos dentro. Es confortable y huele a nuevo.
Ella, se acerca y me besa dulcemente. Su beso me produce sensaciones que pensaba que había olvidado. Es infantil y a la vez obsceno, una mezcla de los besos que he adorado y de los besos que nunca me han dado. Me enamoro absolutamente. Me da las llaves del coche, le doy al contacto, el coche ronronea y arranca suavemente. Conduzco con facilidad, deslizándome por la carretera como el rocío por la cara de una hoja, o la mano de una madre en la espalda de su bebé o la lengua caliente por la nalgas de una virgen, o la maleable mantequilla por encima de una tostada... Entregado, a las metáforas de baja estofa, me siento feliz. ¡Qué digo? ¡Soy feliz! Ella me habla por primera vez: - Nuevo BMW 320d. Disfruta de sus 163 caballos de potencia con un consumo promedio de 4,1 litros cada 100 kilómetros desde 30.400 euros o por 275 euros al mes.- Me quedo pasmado. ¿Qué está diciendo? Ella me inyecta su mirada y dice: -¿Te gusta conducir? -
De repente, despierto. Estoy en la cama, en mi habitación, bautizado de sudor. Miro el reloj, son las 5 de la mañana. Mi corazón palpita a puñetazos. Aprieto mis sienes y sacudo la cabeza. ¡Maldita publicidad! ¡Hijos de puta! Alguien a vuelto a colar un anuncio en mis sueños. ¿Será posible?

martes, 18 de mayo de 2010

OPIO

Estoy realmente preocupado. Van a subir los impuestos y cada vez hay más paro. A veces creo que por mucho que trabaje mi pensión será ínfima y que de viejo seré pobre. Ahora, entre otras cosas, van a quitar la ayuda a las personas que tengan un hijo, reducirán las ayudas a personas dependientes (enfermos, gente mayor...), congelarán la revalorización de pensiones (en función del aumento de la inflación), y reducirán substancialmente la inversión pública. Es injusto, salgamos a la calle a gritar, juntemonos para reivindicar nuestros derechos... ¿Eh? ¡Pero chuta cabrón! ¡Chutaaaa! ¡Sí! ¡Ahhhhhh! ¡Gol! ¡Gooooooooooooooooooooooooooool! ¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL! ¡Hemos ganado! ¡Somos los campeones! ¡Oeeeeeeeeeeeee oeeeeeeeeeeeee oeeeeeeeeeeeeeeeeee! ¡Somos los mejores! ¡Cuanta felicidad! ¡Somos los mejores del mundo! ¡We are the champioooooooons! ¡Oeeeeeeeeee oeeeeee! ¡Visca! ¡Viscaaaaaa! ¡Oeeeeee oeeeee! ¡Cuanta felicidad! ¡Hemos ganadoooo! ¡Oeeeeee oeeeee oeeeee! ¡We are the champiooooons! Oeeeeeeee oeeeeeeeeee oeeeeeee....

martes, 11 de mayo de 2010

la realidad

Salgo a la calle y todo me parece sustantívamente real. La calle es la calle. El asfalto es sólo eso, asfalto. Los árboles, a un lado y a otro, son árboles al fin y al cabo, al cabo y al fin. El cielo es azul, el aire invisible y la lluvia moja. La personas caminan un paso después de otro, mientras sus caras denotan con exactitud su estado de ánimo: ausentes, preocupadas, felices o distraídas... No hay metáforas, no hay símbolos, ni fantasía alguna. La claridad de las cosas no da lugar a dudas. El mundo es factible, lógico y calculado. La física y la química se encargan de que todo tenga un sentido, la ley de la gravedad hace que las cosas no floten por los aires, la composición atómica mantiene los cuerpos estables. Los transhuentes respiran y alimentan su sangre con oxigeno, los pájaros baten sus alas para volar y los coches circulan empujados por sus motores de combustión interna. Abatido, me acerco a una pared y la acaricio con la palma de mi mano. Es real. Genuinamente real. Es una simple pared. Miro a mi alrededor y veo todo en las mismas condiciones. Pero de pronto cuando ya todo parece perdido, cuando pienso que el mundo no podrá sorprenderme, allí esta, sonriente, flotando a dos palmos del suelo, el simpático elefante rosa con su sombrerito azul. Menos mal.

miércoles, 5 de mayo de 2010

la rebelión de los niños

Los padres y los maestros fueron los primeros en darse cuenta de que algo había cambiado. Cuando un adulto se dirigía a un niño, fuera cual fuera la situación, éste se quedaba quieto, y le miraba, callado, como si estuvieran pensando en algo muy profundo. Después, simplemente, dejaba de prestar atención, sonreía y volvía a hacer lo que estaba haciendo. Los mayores insistían, rompían en cólera, les forzaban e incluso los maltrataban. Pero los niños habían dejado de hacerles caso a los adultos.
La desconexión era tan fuerte que los niños sólo hablaban entre ellos, en extraños idiomas que ninguna persona mayor podía comprender. Se reían, discutían, jugaban y vivían ajenos a cualquier mundo que no fuera el suyo. Padres, educadores, pedagogos, psicólogos, psiquiatras y científicos de todo el mundo mutipicaban sus teorías, pero ninguno de ellos comprendía lo que estaba pasando.
Pronto, el mundo se dio cuenta de que los niños ya no querían aprender nada, ni hacer caso a nadie y que incluso obligándoles no se obtenía ningún resultado. Las escuelas cerraron y la educación dejó de existir. A medida que los niños crecían sin ser educados, el mundo iba cambiando por completo. Los adultos-educados se hicieron mayores y en poco más de medio siglo habían desaparecido por completo. Las nuevas generaciones de niños no-educados poblaron el planeta y lo convirtieron en su reino. Un reino salvaje, dominado por la locura, el caos y la libertad.

martes, 4 de mayo de 2010

S.O.S.


Caigo al vacío a trescientos kilómetros por hora, la fricción es tan fuerte que se me calienta la piel al rojo vivo. El suelo se acerca a toda velocidad junto la inevitable certeza de que voy a morir reventado en mil pedazos. Le rezo a los dioses en los que no creo, le pido a la satírica suerte que se compadezca de mí, cierro los ojos y en mi oscuridad maldigo a Satán y a sus viles seguidores, cruzo los dedos y pido con afónicos gritos: ¡Clemencia! ¡Clemencia! Da igual. Voy a morir.
Exactamente un segundo antes de estamparme contra el suelo ( no entiendo porque no ha sido un poco antes) una luz Mariana corta en dos: el cielo y las nubes, y cual milagro de postal evangélica, puedo asirme a algo. Desesperado, como un perro a un hueso, me agarro con fuerza a mi salvación, borracho de adrenalina.
Pasado un tiempo todo se calma y llega la paz. Ahora, lloriqueo agazapado a la vida y me doy cuenta de que tú eres mi salvación. Me sonríes y me aferro con fuerza a tu culo redondo porque en ello me va la vida.