domingo, 29 de agosto de 2010

una tarde en el Ikea


Advertencia, este post no es ficción. Se cuentan los hechos reales que me sucedieron la tarde del 21 de agosto del 2010 en la macrotienda de IKEA en Hospitalet, Barcelona. Escribiendo esto arriesgo mi vida y mi credibilidad pero creo que es mi deber hacer público todo lo que vi, aquella terrible tarde en la que todo cambió por completo.


Llegué a las instalaciones de Ikea, aproximadamente a las 18h, con la intención de comprar una silla de escritorio Markus y un sofá Karstand. Una vez recorrido el circuito de muebles, me dispuse a buscar los bultos que contenían dichos muebles, en el solitario pasillo 4 sección 17. Supongo que fue el calor o la tensión que me produce gastar dinero; puede que fuera la terrible resaca que padecía, o ese extraño olor a hospital rancio que hay en el Ikea. La cuestión es que la cabeza empezó a darme vueltas, me sentí mareado y todo fundió a negro...
No sé cuanto tiempo pasé inconsciente. Desperté en una pequeña enfermería, echado en una camilla. Enseguida até los cabos: me había desmayado y algunos empleados del Ikea, me habían trasladado hasta allí para que descansara. Me incorporé; y como ya me encontraba bien, abrí con sigilo la puerta de la pequeña habitación y me dispuse a encontrar la salida. Está claro que me equivoqué de dirección, avanzando por angostos pasillos, cada vez más largos, que yo creía, me llevarían hacía algún párking o ascensor de salida. A medida que avanzaba, las instalaciones se parecían más a un laboratorio químico que a una tienda de muebles. Estuve tentado de volver hacía atrás pero el gato de la curiosidad ya me había arañado y decidí seguir avanzando. Me azoré cuando, a lo lejos de un inmenso pasillo, vi aparecer dos personas con bata y mascarilla. Instintivamente, abrí una puerta y me escondí en una habitación.

Hasta que mis ojos no se acostumbraron a la oscuridad no pude apreciar que aquello se asemejaba a un inmenso quirófano. Asustado y embotado de adrenalina cogí una bata y una mascarilla que colgaban abandonadas en una silla, me las puse y salí de aquella angustiosa habitación, agazapado detrás mi improvisado disfraz, con la embriagante sensación de que aquella extraña aventura iba a desvelarme un tremendo secreto.

Algunos pasillos más tarde, llegué a una enorme puerta. Me costó abrirla, parecía construida para que la usara alguien de un tamaño descomunal. Al otro lado, miles de fluorescentes iluminaban una kilométrica fábrica subterránea de construcción en cadena, tan grande como la mitad de la superficie de Hospitalet. En ella, un ejercito de trabajadores empaquetaban y construían los muebles de Ikea. Pude diferenciar algún Expedit y una cinta que transportaba algunas estanterías Billy. Al principio no me había dado cuenta, pero después de frotarme los ojos, pude cerciorarme de que todos los trabajadores medían como mínimo dos o tres metros de altura. Llevaban unos extraños cascos que impedían verles la cara. Con tamaña proporción manejaban ágilmente las piezas y los bultos que para mí eran de tamaño considerable. ¿Quiénes eran esos tipos? ¿Eran humanos?
Asustado, crucé la planta, con el presentimiento de que aún no había visto nada de lo que escondía ese extraño submundo. Y así fue. Mi gran descubrimiento me esperaba detrás de una gigantesca puerta negra. Al abrirla vi algo que jamás olvidarán mis pesadillas: Una sala gigantesca en la que ¡Oh Dios! miles de cuerpos humanos, desnudos, sin vida, se agolpaban en inmensos contenedores. Una vez volcados en una cinta transportadora, los cuerpos entraban en una trituradora. Al poco tiempo, en otro lado, perfectas laminas de conglomerado salían impolutas, y eran recogidas por los trabajadores. Aterrorizado, me giré de golpe y eché a correr, tropezando de bruces con uno de aquellos gigantes. Vislumbré su cara dentro del casco, puede que me fallase el juicio, pero juraría que se trataba de un chino. Tenía los ojos extremadamente azules y el pelo de color rubio. Un sistema de microfonía instalado en su traje, me gritaba las siguientes palabras: ¡Beskäda, Bestä, Gnarp, Vurm, Yster! En mi contestación estaba la posibilidad de morir o de salir inmune. Recordé los nombres de algunos muebles de Ikea y los pronuncié en voz alta: ¡Ektorp, Karlstad, Äpplarö, Hemnes, Skimra! El chino-mutante-sueco parecía comprender aquel lenguaje y me señaló histérico la puerta de la salida. Mi improvisado disfraz y la obsesión por los catálogos de Ikea salvaron mi vida. Salí corriendo y volví sobre mis pasos mientras las imágenes de lo que había tras la puerta negra golpeaban mi esternón para obligarme a vomitar.

Sin respiración, muerto de asco y miedo, pude volver a la enfermería de dónde partía. Me eche en la camilla, mientras repetía en voz baja. ¡Están hechos con muertos, están hechos con muertos! Más tarde, una simpática empleada del Ikea vino a buscarme y me acompañó a la salida. La empleada se preocupó por mi salud pero me deshice de ella. Vomité en el parking exterior bajo una docena de banderas ondeantes de Ikea. ¡Casi todo el mundo tenía un mueble de Ikea en su casa....! ¡Casi todo el mundo...!Luego pensé en las albóndigas del restaurante, los frankfurts de 1 euro, el relleno de los sofás, las almohadas., los juguetes.... Histérico, intenté hablar con el guarda de seguridad, con atención al cliente, con la dirección... pero todos, sin remedio, ante mi desesperación, se hicieron los suecos.

Photoshop: Andrew Flash

viernes, 20 de agosto de 2010

Tempus Fugit



¿Por qué el tiempo corre más rápido en Agosto?
Está mañana me levanto lloroso, melancoholico* y con el esternón helado. Miro mi reloj y una flecha se clava en mi corazón. ¡20 de agosto! Han pasado 20 días como si nada.
Una vez, le preguntaron a Albert Einstein qué era la relatividad del tiempo. Einstein contestó que había que sentarse encima de un brasero ardiendo para darse cuenta de lo lento que podía pasar el tiempo. Eso era la relatividad.
Después de una ducha de Coca-Cola, para desincrustar tanto desasosiego, lo veo claro. No quiero que llegue Septiembre bajo ninguna circunstancia. Así que voy a parar el tiempo, como sea, cueste lo que cueste.
Cojo serrín y me lo pongo bajo mis párpados, introduzco doce chinchetas en mi ojete, me provoco unos cortes en el glande y le he añado limón, me visto con tres erizos en mis calzoncillos y siete sanguijuelas que sorben lentamente la sangre de mi cuerpo.
Espero que con eso sea suficiente. Ahora el Agosto es eterno. Febril. Inacabable. Y voy por la calle sonriéndole al sol de mi verano eterno.

*Melancoholico: Adj.Masc. Estado de tristeza y resaca provocado por la injestión masiva de alcohol.

miércoles, 11 de agosto de 2010

The Incredible Amazing Stories: El secreto de Sierra Madre.

El arqueólogo-escritor entra en la cripta de la antigua civilización. Ha esquivado un sinfín de trampas y peligros para llegar a este recóndito lugar. Encaja la llave de oro de siete muescas, le da siete vueltas y la puerta de la sala oculta se abre entre hierbajos y telarañas. Allí está, delante suyo, el secreto que la secta de los Protectores (a los que ha tenido que matar) ha protegido durante trillones de años. Escrito por la mano de Dios:
(música de John Williams) ¡El Libro de Instrucciones!
El arqueólogo-escritor coge el libro con prudencia entre sus manos. En su tapa, reza en latín: Instruccionum Librum. Lo abre... está escrito en muchos idiomas. Hojea por encima su contenido en español. Hay un montón de faltas, pero allí está todo: Introducción, guía rápida, puesta a punto, sentido de la vida, funciones básicas, el botón de pausa, rebobinado, fast forward, inmortalidad, solución de problemas, garantía (¡Oh! ¡La garantía!), preguntas frequentes (FAQ), teléfono del consumidor, averías, devoluciones, etc....
El arqueólogo-escritor se frota las manos. -Publicaré el libro con mi nombre. Se convertirá en un "best seller" de la noche al día. El libro de autoayuda más vendido del planeta. Seré famoso. Rico. Grande. Me llamarán el hijo de Dios.-
-¡Hijo de puta! ¡Suelta el libro!-
El escritor-arqueologo se queda frito, allí está Pablo Cohelo apuntándole con una pistola: -Dame el libro o te mato-
-Maldito místico de mierda. ¿Cómo me has encontrado?-
-Cuando alguien quiere algo el universo conspira a favor...-
Una tercera voz interrumpe la escena:- Dejaros de tonterías el libro es mío.-
-¡No puede ser! es Jorge Bucay.-
-Maldito Bucay. ¿Cómo nos has encontrado?-
-La felicidad es la certeza de no sentirse perdido...-
-Maldito farsante. Tú no eres feliz, tú eres gordo.-
-Y tú eres un... un... vaya nunca he insultado a nadie... pero os puedo contar un cuento terapéutico que...-
-¡Callaos todos! El libro es mío. Comed plomo.
(La habilidad de Bucay y Cohello para disparar deja mucho que desear y mueren tiroteados por el escritor-arqueólogo)
Jajajaja! Ahora triunfaré a mi antojo. ¡Ay! ¿Este leve pinchazo en la espalda no será que uno de los vigilantes de los Protectores, que yo pensaba que estaba muerto, se ha arrastrado hasta aquí con un cuchillo albaceteño, para matarme por la espalda?
-Pues sí.-
-¿Por qué hacéis esto? ¿Por qué priváis al mundo de tan importante descubrimiento? (muere al acabar la frase)
-Porque hemos leído el libro. (muere al acabar la frase)

lunes, 9 de agosto de 2010

the great escape

Tengo un plan.
Cojo tus ojos, tus brazos, tus piernas, tus tetas, tu culo y tu coño y nos escapamos lo más lejos posible de nuestras cabezas.

domingo, 1 de agosto de 2010

Bang Big

Empujo con fuerza contra su cuerpo, reventamos la pared, atravesamos pisos y edificios, requebrejamos el suelo, gritamos y jadeamos.
La empujo, otra vez, hasta que rompemos el eje geoestacionario de la tierra. Maremotos, terremotos y tsunamis lo destrozan todo.
Ella me reta, con una mirada lasciva, a que continúe, y otra vez la empujo como una flecha clavada entre sus piernas, como una cuña cósmica, como un ariete interestelar.
El universo se altera en forma de dardo y tenemos un orgasmo tan prolongado, que deformamos la curva del espacio tiempo, creamos un agujero negro en la Vía Láctea y caemos muertos en mi cama.
Resoplamos entre cenizas y escombros de pasión. Ella, se abraza a mi cuerpo y me mira enamorada... Yo le digo:- ¡Eh! ¡No te flipes! Sólo ha sido un polvo.-
Ella, se desimanta, se da media vuelta. Aquello no le ha sentado bien. La oigo pensar. ¿Estará tramando algo? De repente se gira y se me echa encima mío...
...y así es como termina el mundo tal y como lo conocemos hoy.