viernes, 20 de abril de 2012

Esperanza



Lo último que se pierde es la esperanza de vida.




viernes, 6 de abril de 2012

Conversaciones con mi pene VII (El velo)




Ha sido una mala tarde. Hemos decidido que lo nuestro ha terminado. Ella está tan decepcionada y yo estoy tan cansado. Llevamos tres meses de discusiones, es inevitable. Ella me odia y yo la odio.
La casa está en silencio y mi sofá de piel me recoge con su cálido frescor. Me quito de encima la amargura y los zapatos y empiezo a llorar.... pero de repente, con su característica voz de pito, mi pene empieza su habitual bla-bla-bla:

- No estés triste. Es lo de siempre...
- Ahora no, pene, ¡Ahora no!
- Sólo ha sido una caída de velo, nada más.
- ¿Qué dices?
- El velo. El disimulo. O en otras palabras: La oferta, la promoción.
- No pienso escucharte (me tapo las orejas con las manos y canto a grito pelado saetas a la muerte de Jesús). "Tardeeeee de laaagrimas....."
- Todas las personas cuando nos conocemos estamos de oferta, de promoción; Nos presentamos a los demás como en una versión mejorada de nosotros mismos; Escondemos nuestros defectos, multiplicamos nuestras virtudes, y sólo vemos lo bueno de los demás.
- (Sigo cantando saetas con las orejas tapadas) "Tarde de láaagrimas para que paseee Jesús descalzo, liberando las almaaaas..."
- Yo le llamo el velo. Una especie de gasa, como una media delante del objetivo de una cámara, que difumina y mejora nuestra manera de ser y la manera como vemos a los demás. Cuando nos gusta alguien queremos fascinarle y viceversa. Entonces nos ponemos el velo. Las mujeres son más liberales, no piden nada a cambio, son independientes, nada caprichosas, equilibradas, comprensivas  y totalmente monógamas. Los hombres somos  románticos y detallistas, atentos y dependientes,  escuchamos, acompañamos y somos completamente monógamos. 
- (Sigo con mis saetas para no escuchar nada) "Ni por dulce ni por buena, es comparable la mieeeel, con tu dulzura morena, si se compara la hiel, con lo amargo de tu penaaaaaaaa...."
- Pero entonces... (como en esas promociones de Movistar dónde los primeros meses pagas la mitad pero luego pagas el triple) el tiempo y la confianza lo destroza todo. Cuando llevamos mucho tiempo con esa persona creemos que el velo ya no es necesario y nos lo sacamos y con ello dejamos de ver también el velo del otro. Y entonces llega el desastre. Ahora que nos queremos, ahora ya podemos aceptarnos tal y como somos. Fin de la promoción, se acabó la oferta. Ahora podemos pagar el precio real. Y es entonces cuando los hombres dejan de ser románticos y las mujeres liberales. Las mujeres sin velo piden más implicación y los hombres sin velo piden mas independencia. Sin el velo, las mujeres,  ya no disimulan su desequilibrios hormonales y empiezan a ser neuróticas, incompresibles, injustas e inestables.... Los hombres sin velo se convierten en egoístas, superficiales, descuidados y dejan de disimular su exceso de testosterona...Y entonces llega la guerra. Empiezan los reproches. Las discusiones. Las ofensas. Y nadie sabe que es lo que está pasando. Pero lo que esta pasando es simplemente que el velo ha desaparecido. Se acabó la oferta.
- (paro de cantar) ¿Decías algo?
- ¿¡No me estás escuchando!?
- ¡¡NOOOO!! ¡¡Estoy deprimido y no quiero oír gili-POLLECES!!
- Mantener el velo es sinónimo de amar. Cuando el uno de los dos se saca el velo la relación queda herida de muerte como esos aviones que sacan humo por la cola y acaban estrellándose en el asfalto.
"Por una montaña oscuraaaaaa va caminando mi Jesús, y como la noche estaba oscura, Judas llevabaaaaaa la luz." (Destapo las orejas) ¿Decías algo?
- Insensible.
- Mira,  polla de los cojones.... No quiero escucharte, sino te callas me masturbaré con un papel de lija durante toda la noche.
- ¡Ayyyyy!
- ¡Silencio!
- Pero...
- Papel de lija del 30. Abrasivo máximo.
- Ya... me callo.
- Así me gusta.

De pronto llaman al teléfono. Seguro que es ella... pero no respondo... no hay nada que hacer... ya no me gusta... con lo felices que éramos cuando nos conocimos... ¿Qué habrá cambiado? 



Ilustración: Peter Ink

lunes, 2 de abril de 2012

La Locura del Perro


Caminamos borrachos por el laberinto de la noche, dos tequilas, dos cervezas y una botella de vino consiguen al fin que estemos lo suficiente borrachos para intimar físicamente. Ella me invita a su casa y yo acepto. Cuando abre la puerta de su hogar un perro esquelético se lanza como una flecha a sus pies. Una mancha negra de movimientos eléctricos propios de un ataque de epilepsia.
Ella dice con voz cursi: "¡Holaaaaa! ¡Ven aquí, mi perrito!". El pobre perrito no da el abasto en su demostración de amor y en un ataque de ansiedad intenta lamerle la boca, lamerle la cara, lamerle el cuello, lamerle los brazos..."¿Éste es el perrito del que me hablaste?" Pregunto sorprendido. Y ella contesta: "¿A qué es mono? Dile algo." Antes de que pueda decir nada, el pequeño can empieza a rascarme los pantalones con sus pequeñas garras, resoplando como si se ahogara en un río imaginario.
"Es un superviviente, como yo" Dice ella con con bondad. El perrito estresado como un garabato da vueltas y mas vueltas, como si le persiguiera un enjambre de abejas. Jadea, babea, mueve la colita con fruición, se sube al sofá, se baja del sofá, lame mis zapatos y vuelve a rascar su pezuñas en mis pantalones, enlazando cada movimiento con otro movimiento como si se tratara de una sinfonía interpretada por músicos histéricos. "¡Este perro está loco!" Digo en voz baja para mis espectadores imaginarios. Siempre recurro a ellos en situaciones absurdas.
 "Creo que tiene síndrome de falta de atención" Le disculpa ella. "Creo que es al revés, creo que es capaz de prestar atención a todo" Puntualizo, mientras el bicho me muerde la mano hasta el dolor. Ella se ríe y dice: "Es taaaan simpático". Le doy un manotazo y el pobre perrito eléctrico me responde con un festival de convulsiones propias de un enfermo de síndrome de Tourette. Harto de tanta locura perruna, le digo a ella si podemos ir a un sitio más tranquilo. Me coge de la mano y nos vamos al dormitorio. El perrito veloz entra en la habitación, se sube a la cama, se atraganta con las almohadas y tira un vaso  de agua al suelo. Ella le dice con una paciencia infinita: "¡Calma tonto, calma!". Le pido que lo saque de la habitación y gracias a Dios  me hace caso; le coge en brazos, lo saca fuera y le cierra la puerta en las narices. El perro empieza a rascar la puerta, a aullar a estornudar... Me acerco a ella y la beso, nos echamos en la cama, nos manoseamos y nos despeinamos hasta que sus manos traviesas desabrochan mi bragueta. El perro resopla, llora y e intenta abrir la puerta con sus minusculas patitas...  ella me baja los calzoncillos y con una delicadeza despiadada empieza a mamarmela con arte, convicción y amor...

****

Despierto...  la cama aún está húmeda pero ella no está. Habrán pasado varias horas. Tengo que ir al baño. Salgo de la cama, cruzo el pasillo y antes de entrar en el aseo, la veo en el sófa del comedor, charlando sola... ¡No!... ¡Un momento! No está sola. ¡Está charlando con su perrito! ¡No puede ser! Éste la escucha, sosegado, repantingado en el sofá con las piernas cruzadas, relajado... Ella le acaricia la cabeza y le habla con verdadero amor:

- "¡Con lo tranquilo que eres conmigo! Yo te quiero mucho pero eres un perrito...¡No! No puedo tener sexo contigo....¡Porque no! ¡Porque soy humana y tu un perro de 40 cm! No, no puedo follar contigo. No puedes volverte loco cada vez que traigo a un chico. ¡No!  ¡Eres un perro! Quizás en otra vida... Soy tu ama y te quiero un montón pero nada de sexo. Es una putada pero las cosas son así."

Tengo miedo que me oigan así que voy al baño y luego me meto en la cama otra vez sin hacer ruido. ¡Joder! ¡Pobre perro! Los celos lo vuelven loco de atar. ¿Y ella? Ella es un sol... ¡Hay que ver como se desvive por su mascotilla! La resaca y los acontecimientos estrujan mi cabeza así que cierro los ojos y me duermo pensando que todo ha sido un sueño...

****

A la mañana siguiente, la luz que entra por la ventana me despierta. A mi lado duerme ella cogida a mí como una enredadera. Me siento bien. La chica me gusta. Su cuerpo está desnudo y entonces es cuando veo su piel llena de arañazos y de heridas. ¡Un momento! Eso no se lo he echo yo. ¡Un momento! Eso parecen mordiscos y heridas de... ¡No puede ser! ¡No es real! Sin querer empiezo a estornudar y tengo algún que otro espasmo nervioso... movimientos involuntarios que no puedo controlar... me levanto de la cama pero no puedo articular ninguna palabras sin tartamudear y digo algo así como: "¿P..... pe.... per.... pero?" Sin querer tiro un vaso de agua al suelo y ella se despierta. "Qué pasa guapo?" Me dice soñolienta. Yo dando vueltas por su habitación, como si me persiguiera un enjambre de abejas le pregunto: "¿T.... te.... t... te.... has a... ac..... ac..... acosssss.... te has.... a... a... costado... con t.... t... tu pe... perro?" Ella sonríe y levanta los hombros,  yo me pongo a estornudar una y otra vez mientras intento lamerle la boca, lamerle la cara, lamerle los brazos....