domingo, 24 de marzo de 2013

Día laboral.


Despierto.
¿Cuantos días han pasado?
Mi boca pastosa balbucea algunas palabras inconexas de algún sueño que no puedo recordar.

Ducha ardiendo, un café cuatriple de gin-seng peruano y ropa acartonada que lleva una semana en el fondo de la lavadora.  Salgo a la calle. Un sol de injusticia quema mis retinas mientras camino rodeado de obscenidad publicitaria y dióxido de carbono. En el vagón del metro la gente es un tentenpié en estado soporífico. Nadie quiere estar aqui. Una amalgama inconexa de perfumes, dentrifico fluorado y desodorantes hace que  me lloren los ojos y que el tacto de las agarraderas del vagón sea pegajoso y desagradable.  Los del cuerpo de seguridad golpean con porras eléctricas a una mujer embarazada que no tiene billete, mientras le dicen: "Ja ets grandeta per fer aquestes coses".  Al salir, un grupo de mendigos pide limosna (algunos me cogen por las piernas y los arrastro algunos metros), consternado, lanzo una moneda de 20 céntimos y escapo en la dirección contraria mientras digo a grito pelado:  ¡Soy feliz porque voy a trabajar y por eso no me puedo quejar, no me puedo quejar, no me puedo quejar, no me puedo quejar, no me puedo quejar...!

Llego a la oficina. Mis compañeros me saludan sin despegar la vista de sus pantallas. Me instalo frente a "mi" ordenador y me dispongo a empezar un flamante, reconfortante y constructivo:

DÍA LABORAL

Las pantallas de nuestras computadoras vibran a la misma frecuencia que los fluorescentes que iluminan la oficina y crean un ambiente electrónico que nos sumerge en una fase cerebral extrema. Somos totalmente adictos a este sistema porque aunque nos  provoca algunos efectos secundarios como encías negras, manchas de pus en las ingles y sindrome de Tourette, tambien nos proporciona un ligero placer sexual y nos mantiene en el máximo de nuestro rendimiento laboral.

Mi trabajo consiste en hacer ver que mi trabajo es indispensable. Es por eso, que cada día busco ideas nuevas para los proyectos que la empresa lleva a cabo.  Así que me conecto a Internet y busco referencias para que mis ideas nuevas NO sean originales. Una idea nueva y original es rechazada inmediatamente por la empresa, ya que no existe ningún referente sobre su utilización. Los compañeros de mi sección hacen exactamente lo mismo, razón por la que nunca hablamos entre nosotros por la mañana.

Al cabo de unas horas empieza el comité. Alrededor de una mesa redonda discutimos para demostrar lo imprescindibles que somos y lo imprescindibles que son las ideas que todos hemos copiado de Internet. Como todos copiamos de la misma fuente, todos presentamos las mismas ideas. Entonces lo que hacemos es jugar a tener una opinión única sobre algún punto del proyecto  del que NO se puede tener una única opinión. Cada uno de nosotros se posiciona inamoviblemente y discutimos apasionados hasta que nos cansamos, momento en el que nos ponemos deacuerdo sobre algunas cosas que son del todo evidentes en cualquier proyecto. Por ejemplo: Nuestros proyectos tienen que ser positivos, interesantes y apetitosos. 
Cuando estamos a punto de finalizar la reunión aparece el director general y nos advierte de la difícil situación por la que pasamos, nos anima a que nuestros proyectos sean positivos, interesantes y apetitosos. Le dedicamos una ovación. Rápidamente estudia nuestras referencias y decepcionado nos pide referencias con más referencias de éxito. Luego se marcha, no sin antes avisarnos que mañana uno de nosotros se irá a la calle.

A las tres del mediodía todo el mundo se alimenta. Es el momento de comer animales muertos y alguna verdura cocinada por algún esclavo de algún país asiático. Es un momento importante; en realidad todo lo que he hecho hasta ahora sirve para pagar este momento.
Me tomo otra cápsula de café y dos bebidas gaseosas a base de extractos. El exceso de grasas, azucares e hidratos me mantiene despierto pero con un sopor insoportable. Al llegar a la oficina tomo otra cápsula de café artificial-natural. La cafetera es de calidad y emite un efecto de sonido muy parecido al de moler café aunque en realidad no muele café sino que exprime una cápsula sintética con agua hirviendo. Me siento frente al ordenador y repaso lo que he repasado por la mañana. La luz del exterior va cambiando y los fluorescentes suben la frecuencia de vibración junto con las pantallas, hasta que emiten un ligero pitido imperceptible para el oído pero de poderoso efecto hipnótico cerebral que nos ayuda a rendir más y con más velocidad aunque algunas mujeres de la oficina digan que eso les hace perder el periodo.
Como no tengo trabajo y eso podría evidenciar lo innecesario de mi trabajo, mando algunos mails que provocan algunas respuestas que tengo que responder lo más rápidamente posible. De esta manera el trabajo se acumula y me ocupa casi toda la tarde y parte de la noche.

La jornada ha terminado. Salgo de la oficina muy estresado  y entro en un bar con mis compañeros de trabajo. Nos tomamos alguna bebida alcohólica edulcorada que nos desbloquea para poder seguir hablando de lo único que podemos compartir: Nuestro trabajo. Cuando nos cansamos de hablar de lo mismo empezamos a criticar y despedazar a los que NO están. Luego competimos por quien de nosotros está más atareado. Finalmente me despido a la francesa y me dirijo a mi hogar. Mientras viajo en metro, en todo momento, me imagino follando con las personas atractivas que hay en el vagón. Sospecho que todo el mundo hace lo mismo menos algunos que se imaginan que lo que hacen es matar a todo el mundo con una metralleta o un cuchillo carnicero.

Llego a casa, pero ya es demasiado tarde para hacer una cena o ocuparme de mis asuntos: llamar a mis padres, discutir con mi novia, pasear al perro, hacer una lavadora, sacarme las espinillas de la nariz, pasarle la pension a mi exmujer, visitar a mi madre, escribir mi novela, plantar un árbol, comer sano, hacer pilates, estudiar PNL, jugar al "super hexagon", ayudar al prójimo, montar un comedor solidario, rezarle a Dios, fregar el piso, curarme las heridas de las ingles... así que enciendo mi plasma de 75 pulgadas y empiezo a consumir ficción y publicidad climática. En pocos minutos he entrado en un estado de trance hipnótico que me permite dejar de pensar.

A las cinco de la mañana me masturbo tan compulsivamente  que consigo una llaga en mi pene y otra en mi mano, a parte, la eyaculación ya no me provoca ningún placer. Ingiero alcohol,  pastillas tranquilizantes y tres bolsas de tila vietnamita, pero hasta que no me tomo mis tres ultimas pastillas de  Myolastan 10mg no consigo relajarme. Tendré que ir de nuevo al psiquiatra y engañarle para que me dé más cápsulas rosas, aunque no sé si lo estoy engañando o contando la verdad.
Al fin, agotado, consigo dormirme.

A la mañana siguiente me despierto. ¿Cuantos días han pasado? Mi boca pastosa balbucea algunas palabras inconexas de algún sueño que no consigo recordar.


viernes, 22 de marzo de 2013

Optimismo



Hay unos pollos a l´ast dando vueltas en un asador de pollos.
Un hierro les atraviesa el cuerpo mientras giran cerca de una ardiente brasa.
Uno de ellos le dice al otro:
Tío, esta vida es una mierda. Me han desplumado, me han cortado la cabeza,
me han metido un garfio por el culo,  me han untado con aceite y me están quemando vivo
y pronto, intuyo,  se me van a comer.
El otro pollo sonríe socarrón y le responde: 
¡Bah! ¡No seas quejica!  Cuando el cocinero no se de cuenta...
¡Intenta trincar alguna patata frita!