lunes, 18 de mayo de 2009

las tres revelaciones (3 de 3)



Con apenas cinco años, estoy en mi habitación jugando con algunos clicks de famóbil. He descubierto que les puedo cambiar las cabezas y eso es una señal inequívoca de que aquellos muñequitos empiezan a cansarme. Pronto empezaré a probar cosas como lanzarlos por la ventana, meterlos en el horno o quemarlos con alcohol de farmacia. Un niño puede ser muy cruel cuando un juguete le aburre. Y es en ese estado de aburrimento cuando entro en el dormitorio de mis padres a ver si algo me distra... ¡Ups! Mi madre se está vistiéndo. Lleva unas braguitas y un camisón de dormir. - ¡Anda, vete, que me estoy cambiando y tengo prisa! - me dice con cariño. Pero yo no me muevo ni un milímetro, mis pies y mis ojos están atrapados en el hormigón de la curiosidad. Mi madre es una joven de unos treinta años, dulce y maravillosa. Su silueta es acariciada por un halo de luz blanca que entra por la ventana... - ¡Va! ¡Vete a jugar !- me dice - que tu madre tiene mucha prisa -
En el fondo quiero hacerle caso pero en la forma es imposible; estoy atrapado. Algo ocurre allí y ese algo merece ser descubierto por mi incansable curiosidad infantil.
Decido no moverme. Supongo que mi madre entiende que no es bueno ocultar nada y detrás de una lucha terrible, entre su educación judio cristiana-represiva y el devenir liberal de los 70, acaba optando por esa pequeña vena progresista que tantas veces esconde y de un sólo gesto y sin avisar se quita el camisón dejando sus senos al descubierto.
Aquello me coge, mejor dicho, me sobrecoge por sorpresa. Bueno, la verdad, siendo sincero, aquello me golpea por sorpresa. Un “uppercut” de órdago me levanta a tres mil metros del suelo y luego me deja suavemente sobre mis temblorosas piernas en la habitación de mi madre.

Yo no he visto nunca a una mujer desnuda. Ni he sentido curiosidad por una mujer desnuda. En aquella época la televisión es muy distinta: Las chicas con bikini tienen dos rombos (señal que advierte que aquel programa o película contiene imágenes "hirientes" para mí.) En los quioscos no hay miles de portadas de revistas cachondas y cuando voy a la playa… pues… no existe el top-less y sinceramente, con cinco años, estoy ocupado en bañarme y jugar...
Pero, siendo sinceros, no es sólo la visión de una mujer desnuda lo que traumatiza mi inocencia. Lo que me impacta es que mi madre se sienta incomoda y avergonzada de enseñarme sus pequeños senos rosados y que yo me sienta incómodo de observarlos. ¿Por qué me late tan fuerte el corazón? Salgo corriendo del dormitorio y me entierro bajo las sábanas de mi cama, mientras agarro con inusitada fuerza el cuerpecillo de un clic decapitado. La imagen de los pezones rosados de mi madre persiste en mi cerebro como si hubiera mirado al sol con los ojos completamente abiertos. Estoy muerto de vergüenza y me siento culpable por una situación que no entiendo. Todas aquellas sensaciones, incluido un tirón en la columna vertebral, y un cosquilleo en el pipí son nuevas para mí. Si hubiera estudiado a Freud en el parvulario, ahora podría entender muchas cosas, pero como no soy más que un pobre e ignorante prepuber decido ir a la cocina y reventarme a comer galletas. Me subo al típico taburete que no sirve para subirse y cuando ya casi tengo las galletas en mi posesión, el taburete se tuerce y me caigo al suelo dándome un tremendo batacazo en la cabeza.
Mi madre entra corriendo y asustada me coge en su regazo. Ahora está vestida y mi cabeza reposa en sus senos que simplemente se me antojan maternales, cálidos y conocidos. Cierro los ojos. Mi madre me dice cariñosamente:-¡Qué día más tontito tienes hoy, no?- Pero yo no la escucho, sólo estoy pensando en cuerpos desnudos: mi profesora de plástica desnuda, mis compañeras de parvulario desnudas, la monitora de catequesis desnuda, la vecina de la puerta de enfrente desnuda, mis sobrina de Sant Feliu desnuda, la presentadora del telediario desnuda, Teresa Rabal desnuda, Ana de Enrique y Ana desnuda, las chicas del grupo Parchís desnudas, desnudas, desnudas, desnudas....

5 comentarios:

S.I. dijo...

jajaja.. qué momentazo!
yo recuerdo perfectamente el día que vi a mi padre y su enorme tema en la ducha..
creo que te voy a dar la réplica femenina en breve.

GonzoTBA dijo...

En mi casa tuvimos una perra pastor alemán. Un día tuvo cachorros, de los cuales nos quedamos un macho. Otro día, este perro se folló a su madre.

Supongo que la moraleja es que todavía tendrá que pasar mucho tiempo para que la gente hable de determinadas cosas.

Y eso que a todo el mundo le gustan los perros.

Joselito dijo...

Esta vez te has pasado Henry Write!(o debería decir Henry DeMarco...) Teresa Rabal desnuda es algo que mi cerebro no puede procesar...si aún hubieses dicho Marisol...

Anónimo dijo...

primer articulo leído

voy a por el segundo


laura jou

Tra-la-lá dijo...

Juaj juajj juajj.....
Qué ultra guay.
Ara no sé si quan tingui un fill el que haig de fer és anar en tetes per davant seu sempre perque així el dia que me les vegi no tienguem vergonya i no s'obsessioni, o fer com ta mare i d'aquesta manera obsequiar al nen amb un univers de fascinació, fantasia i plaer que l'ultraprogressime arrebata a tothom en pos de la naturalitat.

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