viernes, 6 de abril de 2012

Conversaciones con mi pene VII (El velo)




Ha sido una mala tarde. Hemos decidido que lo nuestro ha terminado. Ella está tan decepcionada y yo estoy tan cansado. Llevamos tres meses de discusiones, es inevitable. Ella me odia y yo la odio.
La casa está en silencio y mi sofá de piel me recoge con su cálido frescor. Me quito de encima la amargura y los zapatos y empiezo a llorar.... pero de repente, con su característica voz de pito, mi pene empieza su habitual bla-bla-bla:

- No estés triste. Es lo de siempre...
- Ahora no, pene, ¡Ahora no!
- Sólo ha sido una caída de velo, nada más.
- ¿Qué dices?
- El velo. El disimulo. O en otras palabras: La oferta, la promoción.
- No pienso escucharte (me tapo las orejas con las manos y canto a grito pelado saetas a la muerte de Jesús). "Tardeeeee de laaagrimas....."
- Todas las personas cuando nos conocemos estamos de oferta, de promoción; Nos presentamos a los demás como en una versión mejorada de nosotros mismos; Escondemos nuestros defectos, multiplicamos nuestras virtudes, y sólo vemos lo bueno de los demás.
- (Sigo cantando saetas con las orejas tapadas) "Tarde de láaagrimas para que paseee Jesús descalzo, liberando las almaaaas..."
- Yo le llamo el velo. Una especie de gasa, como una media delante del objetivo de una cámara, que difumina y mejora nuestra manera de ser y la manera como vemos a los demás. Cuando nos gusta alguien queremos fascinarle y viceversa. Entonces nos ponemos el velo. Las mujeres son más liberales, no piden nada a cambio, son independientes, nada caprichosas, equilibradas, comprensivas  y totalmente monógamas. Los hombres somos  románticos y detallistas, atentos y dependientes,  escuchamos, acompañamos y somos completamente monógamos. 
- (Sigo con mis saetas para no escuchar nada) "Ni por dulce ni por buena, es comparable la mieeeel, con tu dulzura morena, si se compara la hiel, con lo amargo de tu penaaaaaaaa...."
- Pero entonces... (como en esas promociones de Movistar dónde los primeros meses pagas la mitad pero luego pagas el triple) el tiempo y la confianza lo destroza todo. Cuando llevamos mucho tiempo con esa persona creemos que el velo ya no es necesario y nos lo sacamos y con ello dejamos de ver también el velo del otro. Y entonces llega el desastre. Ahora que nos queremos, ahora ya podemos aceptarnos tal y como somos. Fin de la promoción, se acabó la oferta. Ahora podemos pagar el precio real. Y es entonces cuando los hombres dejan de ser románticos y las mujeres liberales. Las mujeres sin velo piden más implicación y los hombres sin velo piden mas independencia. Sin el velo, las mujeres,  ya no disimulan su desequilibrios hormonales y empiezan a ser neuróticas, incompresibles, injustas e inestables.... Los hombres sin velo se convierten en egoístas, superficiales, descuidados y dejan de disimular su exceso de testosterona...Y entonces llega la guerra. Empiezan los reproches. Las discusiones. Las ofensas. Y nadie sabe que es lo que está pasando. Pero lo que esta pasando es simplemente que el velo ha desaparecido. Se acabó la oferta.
- (paro de cantar) ¿Decías algo?
- ¿¡No me estás escuchando!?
- ¡¡NOOOO!! ¡¡Estoy deprimido y no quiero oír gili-POLLECES!!
- Mantener el velo es sinónimo de amar. Cuando el uno de los dos se saca el velo la relación queda herida de muerte como esos aviones que sacan humo por la cola y acaban estrellándose en el asfalto.
"Por una montaña oscuraaaaaa va caminando mi Jesús, y como la noche estaba oscura, Judas llevabaaaaaa la luz." (Destapo las orejas) ¿Decías algo?
- Insensible.
- Mira,  polla de los cojones.... No quiero escucharte, sino te callas me masturbaré con un papel de lija durante toda la noche.
- ¡Ayyyyy!
- ¡Silencio!
- Pero...
- Papel de lija del 30. Abrasivo máximo.
- Ya... me callo.
- Así me gusta.

De pronto llaman al teléfono. Seguro que es ella... pero no respondo... no hay nada que hacer... ya no me gusta... con lo felices que éramos cuando nos conocimos... ¿Qué habrá cambiado? 



Ilustración: Peter Ink

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