sábado, 18 de abril de 2009

el misterio de la nariz creciente (contiene un consejo sexual)

Está claro. Me miro otra vez en mi reflejo. Mi nariz crece con el tiempo. Antes tenía la nariz grande y ahora es descomunal. ¿A qué se debe? Me conecto a Internet pero no encuentro ningún trastorno que tenga como síntoma el crecimiento descontrolado de la nariz. Un médico del seguro, después de descartar la mitosis cerebral, el cáncer de nariz y el síndrome de Dawn, confirma que mi crecimiento no se debe a ninguna enfermedad conocida.
Descarto las posibilidades fantásticas tipo Pinocho. Yo no miento. Quiero decir, miento igual que siempre con lo que el tamaño de mi nariz no debería variar.
Una mujer borracha me cuenta en un bar de mala muerte la teoría de que el tamaño de la nariz tiene que ver con el tamaño del miembro viril. Empiezo una investigación con ella. Sacamos conclusiones: cuando mi miembro crece mi nariz se mantiene en el mismo tamaño. La mujer es experta y me enseña una bonita técnica en la que mientras le como el ano introduzco mi superlativa nariz en su vagina. Esta claro que se aprovecha de mí, mientras el misterio de mi nariz creciente no se resuelve.
Preocupado, abandono el consumo de cocaína durante un mes pero los resultados son igual de preocupantes.
Calculo que mi napia se desarrolla dos milímetros a la semana, lo que quiere decir que dentro de dos años mi nariz será mas grande que el total de mi cuerpo.
Estoy tan preocupado que me encierro en mi casa a reflexionar. Pienso en mi vida, mi trabajo y el mundo en el que vivo y por fin veo la luz. Ya se lo que ocurre. Mi problema es que estoy hasta las narices de todo. Me relajo. Pido vacaciones. Compro una casa en el desierto de los monegros y mando a todo el mundo a tomar por el culo. Me alejo de la gente, de los incompetentes que me rodean, me alejo de la gilipollez urbana i la ineptitud imperante, del agobio y del estres. Es increíble, en una semana mi nariz vuelve a ser la misma y el problema ha desaparecido. Conclusión: era el mundo y la puta mierda de vida que llevo que me hinchaba las narices; y eso que sólo tengo una.

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