lunes, 27 de abril de 2009

I Just Wanna' Be Your Dog (minirelato VI)

Ilustración de M.B.


Todo empezó en la mitad de mi depresión. Llevaba cinco días enterrado en mi cama cuando escuché una vocecita al otro lado de mi casa. A medida que me acercaba al comedor la voz se hizo mucho más comprensible y pronto descubrí que provenía del interior del sofá. Asustado, aparté los cojines. Allí estaba; lloriqueando como un niño pequeño, tu pendiente de plata preferido. Se te debió caer la última vez que visitaste mi casa. Cuando tú y yo aún nos llevábamos bien. Suspiroso, recordé tu nuca de canela, tu mirada piezoélectrica y me estremecí al recordarte feliz, sonriendo divertida en… Los gritos del pendiente interrumpieron mi imaginación :- ¡Ha sido horrible!…. ¡Devuélveme a mi dueña! ¡La echo de menos!- y rompió a llorar como un bebé.
Me asusté. Aquello no era normal, los pendientes no hablan… Utilicé la técnica infalible de hacer ver que todo aquello no había pasado y presto, me metí en la cama dispuesto a dormir y a olvidar. Antes de cerrar los ojos, otra vocecilla se dirigía a mí: "Vámonos". ¡No podía ser! Ahora la voz provenía de mi chaqueta que descansaba en una silla, me levanté de la cama y acerqué mi oído: -¡Vámonos!- Muerto de miedo le pregunté: -¿A dónde?- y la chaqueta contestó:-A la calle-
Me fui corriendo al baño a lavarme la cara pero enseguida escuché a la ducha decirme:- Límpiate- Me puse a temblar y me quedé en un rincón del baño mientras oía como el jabón insistía en que me lavara y la toalla me pedía lascivamente que me restregara con ella. Aterrorizado les hice caso. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Adecentado, salí a la calle. Los semáforos gritaban-¡No! ¡No pases!- y luego volvían a gritar.-¡Ahora! ¡Sí! ¡Pasa!- Dios mío. Me tapé las orejas y corrí despavorido por la ciudad pero las aceras gritaban como locas:-¡A la derecha! ¡A la izquierda!- y yo no podía hacer nada más que acatar sus órdenes. Al final me encontré frente a tu casa. El telefonillo me interpeló con voz metálica:-Llama- me dijo. Llamé. El ascensor y las escaleras insistieron en que los utilizara. Las escaleras hablaban de lo sano que era subirlas y el ascensor de lo rápido y cómodo que resultaría utilizarlo. Subí corriendo mientras oía al ascensor insultarme. Las llaves que me habías dado hacía un tiempo gritaron desde mi bolsillo:-¡Abre la puerta!- Utilicé las llaves pero no encajaban. La cerradura estaba cambiada. La puerta me dijo que la golpeara con insistencia y eso hice. Al final abriste. Te sorprendió verme allí después de tanto tiempo. Te conté que los objetos me hablaban y que me habían traído hasta ti. Creo que no lo entendiste. Luego te devolví tu pendiente llorón que suspiró aliviado. De pronto tu vestido me dijo que lo estrujara y empezaste a gritar y a golpearme. ¡Tus braguitas me decían cosas tan bonitas! Los vecinos, alertados por tus gritos, llamaron a la policía. Sus pistolas me amenazaron de muerte y tuve que calmarme. El médico no entendió nada. Finalmente, me encerraron en esta pequeña habitación con una camisa de fuerza que no para de hablarme de lo mucho que te quiero y una pared acolchada que todo el rato me pide lo mismo: - ¡Golpéame! ¡Golpéame más fuerte!-

1 comentario:

Anónimo dijo...

rendida
l.j