sábado, 25 de octubre de 2008

el desalmado mundo de la industria músical


Sin querer pongo la radio y escucho una canción. Una canción que me pone triste. Ella fue quién me la descubrió. Me traducía la letra cerca de mi oreja. Hablaba de amor y de héroes. Oírla de nuevo me destroza por dentro y me hace romper a llorar. La melancolía me ahoga con su manos de algodón. Decido remediarlo. Esto no puede volver a pasar; no quiero tomar más antidepresivos, me deján la boca seca, me tiembla el pulso y entro en manía. Llamo a la Universal Records a cobro revertido. Una secretaria me coge el teléfono. En media hora estoy hablando con la Jefa de Márketing y distribución. Le pido por favor que retiren la canción del mercado, de las radios y de la televisión. Ella me dice amablemente que me entiende, que le pasa exactamente lo mismo con “Your Song” de Elthon John y que también ha intentado que la borrarán del planeta. Con sus contactos, consiguió hablar con Elthon John, pero Elthon John no quiso retirarla del mercado. "Your Song" le da mucho dinero. La jefa de producción llora mientras maldice a Elthon John. Vaya tipo sin escrúpulos. Puede que el autor de mi canción: Damian Rice (en la foto con su ex novia) esté dispuesto a ayudarme. Dice que es un tipo majo y me da el teléfono. Le llamo esperanzado. Se pone. Creo que le he despertado. Su voz suena ronca y adormilada pero es fácil apreciar en ella los armónicos tristes que la han hecho famosa. Le explico que necesito que elimine su canción del planeta pues no puedo volver a escucharla, me recuerda demasiado a una chica que ahora ya no me quiere. Es una cuestión de vida o muerte. Me dice que me entiende y que estaría encantado de ayudarme pero los derechos los tiene la Universal Records; me da su teléfono y yo me pongo a llorar de nuevo. Todo está perdido. Con paciencia me cuenta que aunque borremos la canción y eliminemos todos los discos, nunca podremos controlar Internet, el emule o las millones de copias piratas. Emocionado, me confiesa que su canción también le fastidia: La compuso para su chica y que esta le dejó por otro. La discográfica le obliga a cantarla en los conciertos y tiene que tomar antidepresivos para no suicidarse aunque le dejan la boca seca, le destrozan el pulso y le hacen entrar en manía. Su vida sin ella es una mierda. Llora y llora. Le consuelo. Nos consolamos. Me pide perdón por la canción y nos despedimos; la llamada es demasiado cara para seguir hablando. Cierro los ojos y maldigo la industria de la música. La maldigo con toda mi alma.