sábado, 21 de febrero de 2009

un accidente cualquiera

El otro día un tren me pisó el pie. Estaba despistado mirando la sombra de un satélite y no miré al cruzar.
La ambulancia se me llevó entre cantos de sirenas. En el hospital me pusieron un excelente en cirugía: Diez puntos. La enfermera me besó toda la noche hasta que desperté del sueño. A los tres días me dieron el alta pero me dio el bajón. Al llegar a casa me deprimí y me escurrí por el desagüe de la ducha. Después de un "Dragón Khan" de cañerías, acabé en el mar rodeado de peces que hacían la ola. Sentí el desahogo de la soledad. Nadé como un nadador durante siete jornadas, siendo el siete un número simbólico. Llegué a la orilla de una playa y me hice el muerto. Más tarde me hice el resucitado. Luego aprendí a hacer fuego, a hablar con las piedras y a retocar en Photoshop. Por la noche un indígena llamado Jueves me preguntó qué tres cosas me llevaría a una ciudad abarrotada de gente. No supe que contestarle. Me retiré a mis aposentos y me dejé llevar por la corriente hasta que me electrocuté. A la mañana siguiente, una ligera brisa hacía girar la tierra o era la tierra que al girar levantaba una ligera brisa. Me quedé observando la sombra de un satélite y un tren me pisó el pie.

1 comentario:

S.I. dijo...

és un relat-escher