martes, 1 de junio de 2010

Cuentos Infantiles:- Como evitar que te piquen los mosquitos.

Por la noche me pica. A traición. Escozor. Empiezo a rascarme insistentemente hasta que consigo que además de que me pique encima me duela. Doy vueltas en la cama hasta que la molestia gana a la pereza y finalmente me levanto para ponerme una pomada. Llego a la habitación y me duermo sentado, mientras intento cazar con la mirada a mi diminuto enemigo.
A la mañana siguiente miro mi maltrecho brazo y mi maltrecho tobillo y mi maltrecho cuello, todos con el hinchazón característico. Un Conde Drácula de tamaño milimétrico se ha pegado un banquete de postal y eso pica. Pica hasta el hueso. Maldito mosquito cabrón.
De repente, a lo lejos, delatado por el blanco nuclear de mi pared: una peca, un acento, un bultito negro. ¡Sí! ¡Allí está! El pequeño insecto vampírico que tiene que morir. ¡Acabaré contigo chupasangres del demonio! Zapatilla en mano me acerco con prudencia a la pared. Se trata de una cuestión de vida o muerte. Levanto la zapatilla, tenso mi mirada, respiro hondo y... se me ocurre una idea.

Voy a la cocina, cojo un vaso y tapo el mosquito contra la pared. El mosquito se asusta y se queda dentro el vaso que ahora tapo con la mano. Me acerco a la ventana y antes de sacar la mano le digo en voz alta:
- ¡Te perdono, no voy a matarte, vuela y disfruta de una nueva oportunidad!- Saco la mano y el mosquito vuela libre. Creo que antes de perderlo de vista me lanza una mirada de agradecimiento. Seguro que esta llorando. Luego cierro la ventana. Me siento en el sofá. Me rasco el brazo. Lo sé, lo sé... lo he dejado escapar con la barriga hasta los topes de mi propia sangre, pero me siento bien. He vencido a mi instinto asesino. He parado la guerra. Pero no me juzguen mal. No soy un hombre de moral correcta, ni pacifista, ni siquiera ecologista. A mi los animales no me preocupan nada (no me importa comerme una hamburguesa sangrante de ternerita gallega o un plato de pescadito de tamaño ilegal, de echo, si pudiera me tomaría unas tostaditas con paté de hígado de ballena azul). Lo mío no es amor por la madre naturaleza... no, lo mio es una estrategia digna de un jefazo de márketing del Carrefur. El plan es el siguiente: mi mosquito llega a su casa y cuenta su emocionante historia. ¿Eh? Claro que la cuenta. ¿Si alguien te hubiera salvado la vida no lo contarías al llegar a tu casa? Pues eso, entonces, la historia pasa de boca a oreja en el mundo de los mosquitos y se extiende como la pólvora (este texto es sólo una excusa para usar esta expresión). En poco tiempo todos los mosquitos saben que le he perdonado la vida y piensan que soy un tipo especial, un santo, una especie de mesías al que hay que respetar. Puede que vuelva a ver mosquitos en mi casa pero no vienen a chuparme la sangre sino a honrarme y a cerciorarse de que soy de verdad, una leyenda viva que ha cambiado la relación entre hombres y mosquitos, un paso adelante hacía la comunión de todas las especies. Eso, y el insecticida mortal con el que he fumigado mi habitación, impide con seguridad que los muy desgraciados vuelvan a hacerme ningún daño.

1 comentario:

E dijo...

jajajaja!!!! boníssim, al facebook vas!

I love you.