miércoles, 19 de noviembre de 2008

pereza

Atrapado en la digestión rumiante de mi edredón,
descompuesto, fagocitado... intento escapar del estómago de mi cama. Los cojines me degluten y la presión convierte mi cuerpo en mermelada gástrica. El desasosiego es tan épico que Gustav Mahler solloza, mientras arruga los bocetos de sus partituras:-"¡Demasiado! es ¡Demasiado!".
Arrastrándome entre desmayados violines consigo sacar mi mano temblorosa al exterior y apartar la lengua de una sábana que me atrapa. Mi habitación está en penumbra, solitaria como si el conde hubiera muerto. Un día gris se cierne sobre la ciudad que me habita y no hay escapatoria: el mundo de las sombras se alimenta de mí como se alimenta de una bombilla. No hay esperanzas. Sólo la certidumbre de que hoy será otro día deshecho, malgastado en las entrañas de la pereza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bonito texto. Espero que consigas escapar muy pronto de las entrañas de la pereza. Yo me he quedado con ganas de más...