viernes, 9 de enero de 2009

las tres revelaciones (1de3)

Cuando tienes tres o cuatro años, tu vida es como un sueño; algo que va pasando y punto. Flotas en este mundo como una ameba sin plantearte de dónde vienes ni a dónde vas. Te dejas arrastrar por la vida aquí y allá pero en realidad no te enteras de nada de nada de nada.
Pero al crecer... descubres cosas que abren tu mente y te ubican en coordenadas muy concretas. Te das cuenta de que estás vivo, de que eres una persona, y de que tienes un "yo".
En mi caso, hay tres descubrimientos infantiles que cambian mi vida y me despabilan de la ensoñación infantil.


Revelación número uno:

Estoy en la casa de verano de mis padres; en la cocina, jugando con un click de Famobil vestido de indio, levanto la vista y y me pregunto cuantas veces he estado aquí; me pregunto: ¿Por qué no estoy en el colegio? Porque hace bastantes días que no voy al colegio... y esto ya pasó hace mucho, ¿no? estuve aquí un montón de tiempo y luego un montón de tiempo en el colegio... Ofuscado, le pregunto a mi yaya. Con soberana paciencia, se limpia las manos en el delantal, se pone a mi altura y me explica lo que ahora todos sabemos: Hay un ciclo. Un ciclo que se repite. Cole, vacaciones, cole, vacaciones. Dentro de una semana (¡una semana!) toca cole. Como un pez que se da contra el cristal de una pecera asimilo la magna tragedia. En menos de quince minutos he descubierto el tiempo y por lo tanto los recuerdos y la incertidumbre del futuro.
Corriendo subo las escaleras que llevan a mi habitación (para esconderme entre mis peluches, supongo) pero estoy tan aturdido que en el último peldaño pierdo el equilibrio y caigo hacia atrás dando tumbos sin control hasta que mi cabeza se estrella contra el suelo. ¡BUM! Mi abuela alarmada me abraza y me pregunta si estoy bien. Bloqueado por el dolor y el susto, grito en silencio, entre sus brazos: "¡No quiero ir al colegio! ¡No quiero que las cosas cambien!"

¡Atención! Próximamente la segunda y tercera revelación.

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